19 de abril de 2014

Entre Lynch y Saramago

Enemy (Enemy, 2013)

Dirección: Denis Villeneuve
Guión: Javier Gullón
Intérpretes: Jake Gyllenhaal, Mélanie Laurent, Sarah Gadon, Isabella Rossellini
Fotografía: Nicolas Bolduc
Música: Danny Bensi


La figura del doble, por sus connotaciones filosóficas acerca de la propia identidad, ha sido desde siempre un referente tanto del cine como de la literatura a lo largo de la historia. La inmersión del cada vez más interesante Denis Villeneuve, con guión del español Javier Gullón, en la novela de José Saramago titulada El hombre duplicado, opta, frente al difícil reto, por el camino de la sugerencia. Adaptar una obra del premio Nobel portugués no es tarea fácil, como ya vimos en la perturbadora A ciegas (2008) de Fernando Meirelles. Sin embargo, Villeneuve no le ha tenido miedo al material y ha sabido arriesgar y llevárselo a su terreno, aunque el resultado sea más un ejercicio sensorial que narrativo.

El filme cuenta la historia de Adam, un tranquilo profesor de historia que lleva una vida rutinaria hasta que descubre viendo una película independiente que existe un actor físicamente idéntico a él. A partir de entonces, empieza su obsesión por descubrir quién es ese tipo, dónde vive, cómo es su vida y, en última instancia, conocerle y hablar con él. Ambos interpretados por un comedido y acertadísimo Jake Gyllenhaal, el relato está enfocado, principalmente, desde el ángulo psicológico y metafísico, dejando el enigma a un lado para plantear cuestiones sobre la individualidad, la fama, el miedo (metafórico) ante la posibilidad de ser la copia de otro y la morbosa curiosidad de saber cómo sería nuestra vida si hubiéramos elegido otras opciones.

Con una importante carga sexual, el director de la reciente Prisioneros (2013), probablemente, se ha pasado de atmosférico, por lo que sus fascinantes imágenes y su música misteriosa terminan por anestesiar al espectador que solo reaccionará ante un impactante final (rozando lo gratuito) que no explica nada pero que es toda una declaración de intenciones. Es, en realidad, una lástima que Villeneuve no haya sabido ser más certero en su discurso y haya preferido jugar a ser David Lynch cuando no tenía ninguna necesidad incluyendo, además, a la gran Isabella Rossellini que no podía estar más desaprovechada.

Recomendado para aficionados a los rompecabezas imposibles (con sorpresa final).
No recomendado para mentes racionales y puristas de la explicación total de la historia.

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