27 de noviembre de 2014

La ciencia y el espíritu

Orígenes (I Origins, 2014)

Dirección y guión: Mike Cahill
Intérpretes: Michael Pitt, Steven Yeun, Astrid Bergès-Frisbey, Brit Marling, Dorien Makhloghi, Charles W. Gray
Fotografía: Markus Förderer
Música: Will Bates y Phil Mossman

El buen estado de un género cinematográfico se puede palpar no tanto en la cantidad de propuestas que llegan a nuestras pantallas como en la variedad de sus historias. Si hace poco disfrutábamos de la grandilocuencia comercial y cientifico-filosófica de Interstellar así como de la intriga minimalista de Coherence (que, por cierto, se ha estrenado en nuestro país con casi dos años de retraso), ahora con Orígenes se abre la puerta al drama de ciencia ficción con tintes románticos. De espíritu atípico, esta cinta escrita y dirigida por Mike Cahill, documentalista que hasta ahora solo había dirigido un largo de ficción titulado Otra tierra (2011), narra las peripecias de un biólogo molecular que estudia la evolución del ojo humano. Interpretado con carisma y naturalidad por un inspirado Michael Pitt, nuestro héroe verá a sus creencias científicas tambalearse con la irrupción en su vida de una exótica joven con una peculiar mirada y una hipnótica espiritualidad. 

La película acentúa todo lo que puede su carácter indie, apoyándose sobre un guión muy bien construido y con final redondo que, no obstante, peca de cierta previsibilidad. El hecho de hacer cuadrar el puzle de forma tan perfecta hace que, alguna vez, la trama pierda espontaneidad y resulte fácil para el público intuir cuál es la siguiente pieza del rompecabezas. 

Por otro lado, tiene el mérito de construir toda una atmósfera de misterio científico sin hacer uso de efectos especiales y conseguir, además, que no se eche de menos. El triángulo amoroso ocupa, curiosamente, el primer término, con una buena definición de los personajes, diálogos bien escritos y situaciones muy sugerentes. La parte dramática, también estimable, contiene, sin embargo, momentos trágicos algo ridículos que, aunque al final cobren sentido, no dejan de resultar algo forzados. 

Pero, sobre todo, lo más trabajado del filme es la belleza de sus imágenes. Las fotografías ampliadas de los ojos, algunas secuencias simbólicas u oníricas, las escenas de intimidad o los pequeños detalles del mundo cotidiano son algunos de los elementos que permanecerán en la retina (o el "alma") de los espectadores; dependiendo de lo profundo que les cale el mensaje.

Recomendado para amantes de la ciencia ficción sin artificios.
No recomendado para espectadores con creencias demasiado rígidas (sean científicas, cinematográficas o espirituales).

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