13 de febrero de 2014

El estafador, su mujer y su amante

La gran estafa americana (American Hustle, 2013)

Dirección: David O. Russell
Guión: David O. Russell y Eric Singer
Intérpretes: Christian Bale, Amy Adams, Jennifer Lawrence, Bradley Cooper, Jeremy Renner, Robert De Niro, Michael Peña
Fotografía: Linus Sandgren
Música: Danny Elfman


Si no fuera por sus diez nominaciones a los Oscar (a la espera de ver cuántos consigue finalmente) y el exagerado cariño que Hollywood muestra hacia David O. Russell, quizás podríamos disfrutar de La gran estafa americana desde una óptica más realista sin que la película, entretenida y bastante simpática, tuviera que lidiar con unas expectativas demasiado infladas. Sin embargo, dadas las circunstancias y el bombardeo mediático, no resulta fácil hacer una abstracción para juzgar el último trabajo del director de El lado bueno de las cosas (2012) con la ecuanimidad adecuada; ardua tarea si tenemos en cuenta que, dada su arrogancia formal, parece no merecer ni siquiera que hagamos tal ejercicio.

El principal problema del filme es que se apoya excesivamente en sus actores. Con la entrega total de su elenco de habituales parece que intente suplirse ciertas carencias de un guión que está lejos de ser perfecto. El primer acto es confuso y atropellado hasta que, una vez metidos en materia -¡por fin!-, la trama empieza a funcionar y, salvando algunos baches narrativos, aguanta ya hasta el final. Christian Bale (con su enésima transformación física) sostiene con solvencia el peso de la historia como uno de los grandes, mientras que Amy Adams y Jennifer Lawrence aportan los mejores momentos, mostrando su cara más carismática, divertida y una habilidad para robar escenas fuera de serie. Por su parte, Bradley Cooper, aunque algo autoparódico, también hace un trabajo notable. La sensación, por lo tanto, es que los actores están extrañamente por encima de la película y que, detrás de su esfuerzo, no queda gran cosa.

Influenciada en gran parte por Boogie Nights (1997) y Casino (1995), con colaboración de Robert De Niro incluida, pero sin estar a la altura de Paul Thomas Anderson ni Scorsese (ya le gustaría), resalta demasiado el afán de Russell por dejar en la obra un sello de autor que tampoco está claro si existe de verdad. Afortunadamente, en su conjunto, es muy amena, animada, estéticamente muy vistosa y con una impecable banda sonora, por lo que es difícil que el público se aburra. No obstante, seamos serios: está a años luz de ser lo mejor que se ha estrenado este año; es más, ya veremos, con el tiempo, quién se acuerda de ella.

Recomendado para acólitos de la secta de David O. Russell o fanáticos de la estética setentera.
No recomendado para los que esperen la gran película americana del año.

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