28 de septiembre de 2014

Suspense y opresión castiza

La isla mínima (2014)

Dirección: Alberto Rodríguez
Guión: Alberto Rodríguez y Rafael Cobos
Intérpretes: Raúl Arévalo, Javier Gutiérrez, Nerea Barros, Antonio de la Torre, Jesús Castro, Jesús Carroza, Manolo Solo
Fotografía: Alex Catalán
Música: Julio de la Rosa

A estas alturas, definitivamente ha dejado de tener sentido seguir insistiendo en que el cine español es mucho más que dramas sobre la Guerra Civil. De sobras está demostrado (y lo avala cierta reputación internacional) que hay talento suficiente en este país como para abordar sin complejos cualquier género y obtener un gran resultado sin, además, perder identidad nacional. Ambientada en las marismas del Guadalquivir, en la Andalucía de 1980, La isla mínima es un thriller asfixiante, con un guión minucioso y sagaz y una factura asombrosa cuya carta de presentación incluye una serie de planos aéreos tan hermosos como inquietantes. De la misma forma en que Alberto Rodríguez utiliza esos planos cenitales para decirnos en imágenes lo que difícilmente se puede explicar de forma menos simbólica, todo el filme está lleno de pequeños detalles que enriquecen las capas interpretativas de la historia. Estamos ante una cinta que te entra por los sentidos. Te atrapa. Te hipnotiza. 

El juego de contrastes entre el paraíso natural que contemplamos en contraposición al infierno interior que viven los personajes es de una riqueza narrativa admirable. Encontramos un contexto político, sociológico y psicológico aterrador de una España incapaz de salir del marco de la dictadura fascista. La España de los pueblos, el machismo, la opresión, la violencia, el miedo y el silencio. Una representación cruel e implacable de los principios de una década que se suele asociar a la liberación, la movida madrileña y la democracia, y de la que nunca se nos muestra su rostros más opaco.

Fascinantes las interpretaciones de todo el plantel de actores, cabe destacar a un portentoso Javier Gutiérrez encarnando a un policía atormentado por su pasado y con un método muy particular de impartir justicia. Su mirada turbia y todo el misterio que envuelve su interpretación sorprenderán gratamente a aquellos que solo lo conozcan por sus papeles más cómicos. Un cada vez mejor Raúl Arévalo como antagónico compañero de fatigas y el siempre brillante Antonio de la Torre, entre otros, completan un reparto muy a la altura de las circunstancias.

También es cierto que la trama parece dejar algunos cabos sueltos que no tienen verdadera relevancia para la resolución del caso, pero sí pueden transmitir un cierto desconcierto en el espectador. No sabemos si era esa la intención o es que algunas escenas han sido sacrificados en la sala de montaje en favor del ritmo. En cualquier caso, resultan solo detalles a pulir de esta película de suspense con mayúsculas que, caminando por terrenos pantanosos, sale airosa y aguanta sin problemas cualquier comparación con otras historias policiales americanas como la de la reciente serie True detective con la que guarda varios puntos en común.

Recomendado para amantes del buen thriller con espíritu crítico y profundidad.
No recomendado para los que quieran seguir recordando los ochenta como la España de Alaska y Almodóvar.

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