12 de septiembre de 2014

Realista acción fronteriza

El niño (2014)

Dirección: Daniel Monzón
Guión: Daniel Monzón y Jorge Guerricaechevarría
Intérpretes: Luis Tosar, Jesús Castro, Eduard Fernández, Sergi López, Bárbara Lennie, Jesús Carroza
Fotografía: Carles Gusi
Música: Roque Baños

Desde su primera película, la peculiar El corazón del guerrero (2000), Daniel Monzón ha mostrado siempre una sana obsesión por ampliar los horizontes del cine español, abordando sin complejos todo tipo de historias de género. Tras el cine aventuras, el subgénero de grandes atracos o el thriller carcelario, en esta ocasión le ha tocado el turno al drama de acción fronterizo. El niño tiene poco que envidiar a cualquier blockbuster norteamericano en términos de factura técnica y algunas lecciones que dar en cuanto a solidez argumental. El trabajo de investigación que hay detrás del guión ha aportado un realismo y una consistencia poco habituales en este tipo de cintas. Narrativamente muy pensada, llena de detalles extraídos de esa documentación previa, Mozón, junto a su habitual co-guionista Jorge Guerricaechevarría, ha conseguido narrar los conflictos del narcotráfico que se suceden todos los días en el estrecho de Gibraltar a través de una ficción artesanal, acertadamente tosca, que apenas decae.

Desgraciadamente, la sombra de la excelente Celda 211 (2009) es alargada y eclipsa en cierta forma las virtudes de este nuevo filme. La atmósfera claustrofóbica y su angustiosa tensión han sido sustituidas aquí por trepidantes escenas de persecuciones en mar abierto, rodadas sin efectos digitales ni dobles, que impresionan por su pureza visual. Sin embargo, El niño no deja la misma mella emocional, ni resulta tan impactante, incluso tiene algunos pasajes (como la ingenua historia de amor) que deberían haberse obviado o hecho de otra manera.

Lo mejor del cine de Monzón, según ha ido madurando como cineasta, además de su buen pulso y una marcada personalidad como autor comercial, es que plantea universos en los que no hay buenos ni malos. Como espectador deseas, según la escena, que todos los personajes consigan sus objetivos, incluso aunque se contradigan entre ellos; son de carne y hueso, tienen aristas, están lejos del estereotipo. El gran talento de los actores es también, en buena parte, responsable de este logro, especialmente, el de los veteranos. En cambio, el protagonista Jesús Castro arrastra demasiados tics de debutante; cumple, pero aprobando "justito". Suerte del desparpajo de Jesús Carroza que interpreta a su simpático y perdedor compañero de aventuras con toda la gracia, naturalidad y caradura que a él le falta. Carroza marca involuntariamente el espíritu de este filme que es mezcla de acentos y humor fino; porque, a pesar de un cierto aire de denuncia, su afán es sobre todo festivo. Sin perder (esto es importante) su denominación de origen.

Recomendado para aficionados al cine de acción escrito con realismo e inteligencia.
No recomendado para quienes busquen algo así como una secuela de Celda 211.

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