4 de mayo de 2013

Superficial pastiche colorista

Oz, un mundo de fantasía (Oz: The Great and Powerful, 2013)

Dirección: Sam Raimi
Guión: Mitchel Kapner y David Lindsay-Abaire; basado en la novela de L. Frank Baum
Intérpretes: James Franco, Mila Kunis, Michelle Williams, Rachel Weisz, Zach Braff, Abigail Spencer, Joey King, Tony Cox.
Fotografía: Peter Deming
Música: Danny Elfman

Siempre es triste asistir al adiestramiento de una personalidad fuerte del cine a merced de la industria de Hollywood, aunque no sea éste el primer caso (ni el último) y ya estemos acostumbrados. Los distribuidores de Oz, un mundo de fantasía han tenido la torpeza de hacerla coincidir en salas con el remake de la ópera prima de Sam Raimi, Posesión infernal (1981). De esta manera, nos resulta imposible olvidar que el director de este pastiche multicolor y con poco espíritu, basado en el universo de L. Frank Baum, es también quien en su día dirigió la salvaje, divertida, fresca y desacomplejada película gore que inauguró la saga protagonizada por Bruce Campbell.

A años luz de aquella maravilla de sangre y vísceras, se encuentra esta especie de homenaje, en modo precuela, de la mítica cinta de Victor Flemming, El mago de Oz (1939), donde la mano de Raimi brilla por su ausencia. La secuencia de créditos inicial es prometedora pero el prólogo no tarda en enseñar la verdadera cara del filme que, demasiado pronto, se vuelve lento, maniqueo, superficial y sobrecargado de buenas intenciones. La llegada al mundo de Oz (y su salto al virtuosismo technicolor) es ridícula si la comparamos con la poética entrada que en su día protagonizó Judy Garland a la tierra más allá del arcoíris. Pero, comparaciones aparte, el problema radica en que la historia no  va mucho más lejos de lo ya conocido ni termina de emocionar ni entretiene lo suficiente. El Oz de James Franco no es el embaucador que tratan de vendernos y eso es algo que su carisma no puede salvar. Los personajes de las brujas no soportan la alargada sombra del reciente y exitoso musical Wiked que había conseguido enriquecerlos y llenarlos de aristas y matices, mientras que aquí no son más que una mera pose estética. Por su parte, los secundarios encargados de acompañar a nuestro héroe (el mono y la niña de porcelana), francamente, no aportan nada.

El caso es grave si tenemos en cuenta que el traspiés es muy similar al que Tim Burton tuvo con su Alicia en el país de las maravillas (2010). Así, Disney reincide en su error y, aunque parece importarle poco, el fantasma del Burton domesticado sobrevuela este Oz kitsch con la música de Danny Elfman, un James Franco jugando a ser Johnny Depp y unos desaprovechados munchkins muy al estilo Oompa Loompa de la también burtoniana Charlie y la fábrica de chocolate (2005).

Por todo esto, desgraciadamente, el producto final está más cerca de la serie Once upon a time o de ejercicios estilísticos como Blancanieves (Mirror, mirror, 2012) que de la infravalorada e interesantísima Oz, un mundo fantástico (Return to Oz, 1985) de la propia Disney, cuya oscuridad habría podido brillar heredada en las manos de Raimi. 

Recomendado para los adictos del mundo de Oz que la acepten como simple metadona.
No recomendado para los incondicionales del musical Wiked. Se decepcionarán.

1 comentario:

El Expatriado dijo...

Te has cargado mi pelicula favorita.
Que te den!