10 de junio de 2013

La educación nociva

Los niños salvajes (Els nens salvatges, 2012)

Dirección: Patricia Ferreira
Guión: Patricia Ferreira y Virginia Yagüe.
Intérpretes: Marina Comas, Àlex Monner, Albert Baró, Aina Clotet, Ana Fernández, Eduardo Velasco, Mercè Pons, Xavier Ripoll.
Fotografía: Sergi Gallardo
Música: Pablo Cervantes


Antes de entrar a valorar Los niños salvajes de Patricia Ferreira, tenemos que reconocer el mérito a Albert Espinosa de marcar una tendencia hacia un realismo de calidad en nuestra ficción cinematográfica y televisiva. Desde los guiones de Planta cuarta (2003), Tu vida en 65' (2006) y Héroes (2009) hasta la serie Pulseras rojas (que supuso su reconocimiento definitivo), ha labrado más que un estilo toda una filosofía a la hora de apostar por la naturalidad más absoluta tanto de sus historias como de toda una nueva generación de grandes actores que, podemos decirlo ya, ha descubierto.

Los niños salvajes bebe indudablemente del universo de Espinosa aunque con un aire más urbano, restándole poesía y nostalgia al tono general. El resultado es un duro retrato del abismo de entendimiento que existe entre adultos (padres/profesores) y los jóvenes de hoy en día. Ferreira demuestra un gran conocimiento del problema en su nivel más global y no le tiembla el pulso denunciando, con una simple exposición de hechos, los aspectos más dañinos de nuestro sistema de enseñanza.

Los tres protagonistas del filme simbolizan tres formas distintas de explotar frente a la opresión bienintencionada (o, por lo menos, poco consciente) de sus mayores. Ferreira parece advertirnos que, en ocasiones, las tragedias están llenas de matices pero que, si observamos bien, se las puede intuir; que las apariencias engañan; que, a veces, detrás del ruido no hay nada. Esta contundencia en el discurso es quizás lo que hace que el guión de la película resulte demasiado pretencioso en su último tramo perdiendo así parte de la verosimilitud que se había ganado durante todo el camino: secundarios tridimensionales, mezcla de catalán y castellano, escenarios perfectamente ambientados, etcétera. Aunque el desgraciado final funciona perfectamente como giro y como motor de toda la narración, es verdaderamente exagerado en comparación a la sobriedad del resto, que es finalmente, su principal virtud.

Recomendado para padres, madres, profesores/as y adolescentes.
No recomendado para educadores cerrados a la autocrítica.

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