24 de marzo de 2015

Las entrañas de Hollywood

Maps to the Stars (Maps to the Stars, 2014)

Dirección: David Cronenberg 
Guión: Bruce Wagner
Intérpretes: John Cusack, Julianne Moore, Robert Pattinson, Carrie Fisher, Olivia Williams, Mia Wasikowska
Fotografía: Peter Suschitzky
Música: Howard Shore

La evolución en la filmografía de David Cronenberg es, sin duda, una de las más interesantes del panorama contemporáneo. Partiendo del terror y la ciencia ficción con elementos gore de los inicios de su carrera, ha ido, poco a poco, sofisticando su estilo para, al fin y al cabo, continuar hablando de los mismos temas desde una perspectiva más madura y sutil pero igual de desagradable. Y es que el director de La mosca (1986) lleva toda una vida empeñado en exponer el horror que se oculta tras el rostro humano, las entrañas putrefactas del sistema y los enfermizos mecanismos que mueven por dentro a la sociedad. Con un guión escrito por Bruce Wagner, el cineasta ha podido, al fin, rodar su ansiado proyecto para poner en el punto de mira las miserias del Hollywood actual.

Lejos queda ya el glamour de El crepúsculo de los dioses (1950) (que, a su manera, también fue devastadora en su momento). La industria del cine que se nos muestra aquí es un patético y decadente conjunto de personajes desquiciados o, en su defecto, frustrados, obsesionados con obtener a toda costa una notoriedad patológica que, en realidad, no les lleva a ningún lado. La maestría de Cronenberg reside en la crueldad de su retrato, sin miedo a la antipatía, ensañándose en la superficialidad de un universo demencial cuya única salvación es la muerte. Terapeutas estafadores, escritores de libros de autoayuda, insoportables estrellas infantiles, representantes incompetentes, productores hipócritas o actrices histéricas son algunas de las criaturas que pueblan esta ácida crónica del mundo del espectáculo y su lamentable declive.

No obstante, ante tal abanico de neurosis e infelicidad, la mirada de Cronenberg es fría y certera. Casi como un médico que disecciona un cadáver en busca de aquello que lo mató. Es cierto que, a nivel argumental, cae en algunos tópicos freudianos en cuanto al perfil psicológico de algunos personajes... pero, al mismo tiempo, no deja de haber cierta ironía en todo eso. Como si las estrellas hubieran acabado convirtiéndose en los clichés que ellas mismas se han encargado de perpetrar en la gran pantalla (no es baladí, a este respecto, la participación de Carrie Fisher). Mención aparte merece la poderosa interpretación de una magistral Julianne Moore, alma máter de un elenco impecable en el que hasta los niños están bien. Por su amargura y desolación, disgustará a un gran número de espectadores pero los que aguanten su dureza, disfrutarán como pocas veces se tiene ocasión.

Recomendado para apasionados de las sátiras despiadadas y, por supuesto, de Cronenberg.
No recomendado para los que anden buscando una feel-good movie.

Volátil extravagancia

Puro vicio (Inherent Vice, 2014)

Dirección y guión: Paul Thomas Anderson
Intérpretes: Joaquin Phoenix, Josh Brolin, Katherin Waterston, Owen Wilson, Reese Witherspoon, Benicio del Toro, Joanna Newsom, Martin Short, Martin Donovan
Fotografía: Robert Elswit
Música: Jonny Greenwood

Tras dos apabullantes ejercicios de estilo como fueron Pozos de ambición (2007) y The Master (2012), parece que a Paul Thomas Anderson le apetecía jugar con un material más ligero. Quizás éste no sea el adjetivo más adecuado para definir la novela de Thomas Pynchon pero lo cierto es que, tras la contundencia a la que nos venía acostumbrando el director estadounidense, adentrarse en un tono más humorístico prometía traer algo de aire fresco. Sin embargo, quizás juzgamos el producto precipitadamente. A pesar de estar contada con mucha gracia, Puro vicio es un filme complejo (probablemente, demasiado) con el que resulta difícil respirar entre el humo de sus porros.

Basada en un libro que muchos han calificado de inadaptable, la cinta explica las andanzas de un peculiar detective que investiga una desaparición en la ciudad de Los Angeles de 1970. El cineasta mezcla con acierto irregular el género detectivesco al más puro estilo de El sueño eterno (1946), diluyendo la investigación en una búsqueda nihilista de las propias motivaciones humanas. Thomas Anderson continúa siendo un realizador prodigioso, cuidando cada mínimo detalle de los encuadres y la puesta en escena, y arrancando interpretaciones fabulosas de cada uno de sus actores, entre los que destaca -cómo no- un Joaquin Phoenix en estado de gracia. Pero lo mejor de la película es su ambientación: una banda sonora hipnótica acompañada de una fotografía deliciosa que hacen más llevadero su ritmo pausado y el excesivo metraje. 

El problema de este (no lo olvidemos) conjunto de virtudes sensoriales es la falta de pulso narrativo. No es suficiente, visto el resultado, con poner ante nuestros ojos un sinfín de ideas sugerentes renunciando (casi) en su totalidad a los trucos argumentales de un guión clásico de cine negro. Sin los cebos adecuados, se corre el riesgo de que el espectador se pierda, se sienta confuso o, lo que es peor, que se aburra. Si se trataba de retratar la decadencia del sueño americano post-movimiento hippie o trasladar a pantalla estados de ánimo psicodélicos, el resultado es más que aceptable. No obstante, propuestas muy similares ya se hicieron hace tiempo en El gran Lebowski (1998) o en Miedo y asco en Las Vegas (1998) y con resultados más sólidos.

Recomendado para amantes del cine sensorial y ese tipo de drogas.
No recomendado para adictos a la sobriedad de la estructura de guión de cine clásico.

13 de marzo de 2015

Una broma bizarra

Tusk (Tusk, 2014)

Dirección y guión: Kevin Smith
Intérpretes: Justin Long, Haley Joel Osment, Genesis Rodriguez, Michael Parks, Ralph Garman, Johnny Depp
Fotografía: James Laxton
Música: Christopher Drake

Tras dar un giro radical a su carrera como cineasta con Red State (2011), interesantísima cinta de terror que reinventaban algunos de los tópicos del género, y amenazar con retirarse posteriormente, Kevin Smith ha filmado, sin lugar a dudas, su propuesta más estrambótica hasta la fecha. El germen de la película surgió durante la grabación de un podcast humorístico en el que el propio Smith comentaba un anuncio real en el que un anciano canadiense ofrecía alojamiento gratuito a cambio de que el inquilino fuera disfrazado de morsa. Absurdamente divertida en su planteamiento, lo cierto es que la perversa idea que se ha desarrollado a partir de esa premisa funciona mejor explicada que llevada a la práctica. La sensación al ver el filme es que nos encontramos ante una broma privada con la que es difícil empatizar, como si nuestro "compañero de juergas" se hubiese tomado una droga de la risa a la que nosotros no tenemos acceso.

Parece que para el director de Persiguiendo a Amy (1997) la diversión ha consistido en el hecho mismo de llevar a cabo una historia tan descabellada que, por desgracia, no tiene suficiente recorrido más allá de los 45 minutos. Por este motivo, Smith ha alargado la trama con flashbacks innecesarios y secundarios de lujo, como un simpático (y no acreditado) Johnny Depp que parece estar celebrando su propia fiesta. Las comparaciones con productos similares como The Human Centipede (2009) son obvias, además de que, el propio subgénero (¿terror quirúrgico?) tiene mucho de autoparódico. Eleva el conjunto, no obstante, un fabuloso Michael Parks que, sin complejo alguno, recita los textos más inverosímiles con una credibilidad pasmosa.

Pero más allá del trabajo de Parks, hay en Tusk pinceladas de verdadero talento. La fina ironía de algunos diálogos, la presentación del mundo de los podcasters (evolución de los fanáticos de los videoclubs noventeros de Clerks) o los chistes sobre las relaciones entre Canadá y los EE.UU. demuestran que, tras el fallido artefacto, Smith sigue en plena forma. Todo creador tiene derecho a experimentar, arriesgarse e, incluso, a permitirse caprichos. En el fondo, Smith sigue dirigiendo con la libertad y la irreverencia que siempre le han caracterizado aunque, esta vez, al resultado cueste verle la gracia.

Recomendado para amantes del cine de terror bizarro y autoparódico.
No recomendado para quienes añoren al Kevin Smith de los 90.

7 de marzo de 2015

La causa afroamericana

Selma (Selma, 2014)

Dirección: Ava DuVernay
Guión: Ava DuVernay y Paul Webb
Intérpretes: David Oyelowo, Tom Wilkinson, Tim Roth, Giovanni Ribisi, Cuba Gooding Jr., Oprah Winfrey
Fotografía: Bradford Young
Música: Jason Moran y Morgan Rhodes

A pesar de no tratar, estrictamente, sobre la vida de Martin Luther King, en muchos medios se la ha calificado de biopic, en gran parte, por falta de otras películas que versen sobre la figura de este activista al frente de la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos. Quizás por este motivo, algunos espectadores se decepcionarán al comprobar que la trama se centra solamente en la marcha desde Selma a Montgomery (Alabama) que llevó, en 1965, al presidente Johnson a aprobar una ley sobre el derecho al voto de los ciudadanos negros. Esta inteligente elección por parte de la directora engrandece la cinta puesto que, más allá de la figura icónica de su protagonista, se muestra en primer término a un pueblo que lucha por su dignidad y, en general, los logros y sacrificios de las conquistas civiles. 

No obstante, para tratar con una temática tan poderosa y episodios tan conmovedores, el filme destila una cierta frialdad expositiva. Sus imágenes, en cuanto al peso histórico que contienen, resultan muy intensas, pero, por alguna razón, en general, no transmiten toda la emoción que deberían. En parte, David Oyelowo no tiene el suficiente carisma para atrapar al espectador, aunque su personaje está bien definido y con las aristas necesarias. Digamos que, de alguna manera, los hechos están por encima del punto de vista  aunque se añora, igualmente, un enfoque más personal.

En cualquier caso, estamos ante una cinta muy correcta que conmueve a ratos y que trata de hacer de su sencillez su mayor virtud. Ciertamente, resulta algo didáctica y no tiene la fuerza de 12 años de esclavitud pero es capaz de retratar el funcionamiento interno de la democracia como pocas veces hemos visto en historias basadas en hechos reales. Acerca al presente conflictos que (teóricamente) se resolvieron hace décadas y, sin embargo, como se pone de manifiesto en la película, ciertos asuntos parece que todavía, y por desgracia, continúan coleando.

Recomendado para amantes del cine histórico con el poder ciudadano como protagonista.
No recomendado para quienes esperen un biopic al uso de la vida de Martin Luther King.